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Pergolini: "La Radio, dentro de 5 años, estará al lado del VHS y el fax"


27/07/13 - "Hoy, la radio es un commodity”, dispara Mario Pergolini, creador de Vorterix Rock (una FM, un sitio multimedia y un teatro con shows con transmisiones vía streaming), proyecto que cumplió su primer año y que fue el disparador de un grupo de empresas que, actualmente, lidera desde el barrio de Colegiales. El 30 por ciento de la gente que escucha la radio entre las 6 y las 14 lo hace a través de una computadora y la tendencia es creciente, sostiene el hombre que estuvo 25 años en la Rock & Pop y que quebró el record de liderazgo en el rating, con 19 años como número uno ininterrumpido, con su ciclo “¿Cuál es?”.

Pergolini asegura que, por la mañana, ya tiene 16.000 personas auditadas que puede exhibir a un servidor directo, mientras sus competidores no superan los 5000 y justifica su ausencia en las mediciones tradicionales en que la carrera por los oyentes migró de tecnología. “Cuando tenemos conciertos, hay 300.000 personas conectadas y, en Cosquín Rock, fueron 1 millón de visitas únicas”, grafica. Y va más allá sobre el concepto inicial: “El contenido es el diferencial. No percibir eso, hoy en día, es casi ridículo. Y muchos no lo hacen”. El backstage IT de sus proyectos no es un dato menor. “Nuestro sistema de streaming es uno de los más modernos de la región. Cuando te conectás, te reconoce, automáticamente, cuánto es lo más óptimo que podés ver o escuchar y, siempre, te da para que no bufferee nunca”, aclara, con palabra de experto. En criollo: el soporte que le da a sus transmisiones online permite que la mayor cantidad de tele-oyentes puedan pasar por la experiencia sin los delays propios del sistema.

“Cuando les dije a los dueños de la otra radio que no podríamos ser más número uno, había identificado que el porcentaje de torta que teníamos era muy grande y que el futuro era Internet”, describe. La “otra radio” es la Rock & Pop, por la que tiene algo de nostalgia. “Uno cree que, de esos lugares, no se irá nunca. Da mucho vértigo, miedo, angustia y, la verdad, a esta altura, comprobé que vale la pena”. “Cuando vos decís: ‘Me juego por una radio que empiezo de cero’, sabés que, al principio, medirá menos”, admite, mientras señala que computadoras, celulares y tabletas avanzan sobre la radiofonía.

Es un hecho: el dial se mudó a la Web, donde AM y FM compiten por igual. En diciembre de 2012, más de 3,6 millones de argentinos de más de 15 años escucharon radio online (20 por ciento más que hace un año) y consumieron, en promedio, 3,16 horas, según la consultora Comscore. Ese número sólo incluye a quienes lo hicieron desde computadoras en el hogar o el trabajo pero no a los que ya incorporaron el hábito de escuchar por el celular, mediante apps, ya sea a través de redes 3G o de conexiones Wi-Fi, algo, todavía, no medido. Los tiempos se aceleran. El teléfono tardó 75 años para conquistar 55 millones de clientes.

La radio, 38 años. Angry Birds Space, sólo 35 días. “Es muy probable que la radio tradicional empiece a ocupar un lugar al lado del VHS o del fax”, resume el creador de “Caiga quien caiga”. Pergolini está convencido de que hay que aprovechar las oportunidades en el momento. “Hoy, soy una especie de evangelizador de la cultura emprendedora”, ironiza.


Proyectos no le faltan. Además de Vorterix, lanzó Wakamole (WKML), empresa a la que define como una agencia online “con actitud”. Se dedica al diseño y programación, social media, planificación y compra de medios y streaming de audio y video. También, Appterix, especializada en los servicios de comunicación, creatividad, diseño y desarrollo de soluciones a medida para sistemas iOS, Android, BlackBerry, HTML5, Windows Mobile y Samsung Smart TV. Son sólo dos muestras de la evolución de la especie, dice Pergolini.

“Vorterix era un sistema digital de streaming con una FM y un lugar físico como el teatro. A su vez, decíamos: ‘Al tener una plataforma digital tan importante, necesitaremos comercializarla’. Para eso, tercerizábamos, dándole comisión de nuestra propia publicidad a una empresa que ya tenga plataformas digitales de venta, o generábamos la nuestra y, con el tiempo ocioso, trabajábamos para terceros. Así nació WKML”, resume.

“Por otro lado, dijimos: ‘Tenemos que darle interfases a los usuarios para que vean Vorterix’. Si entendemos que la primera pantalla dejó de ser la del televisor y son las computadoras, había que generar aplicaciones para tabletas o celulares. Así, surge Appterix que trabaja para Vorterix al costo y, también, para terceros”, destaca. En los headquarters en Colegiales, los equipos están integrados, al mejor estilo Silicon Valley. Ambientes grandes, mesas compartidas, puestos multifuncionales y hasta una pileta de natación que contempla, hoy, el frío del invierno. Nunca habla de empleados, sino de equipos y utiliza algunas de las fórmulas que, dice, leyó en APERTURA. “También, tenemos una experiencia real de público en el teatro que, en sí, es una unidad de negocio y lo administramos como tal. Tiene cámaras HD, sonidos separados, transmisiones en vivo y todos los servicios incluidos”.

El Grupo 23 (Garfunkel-Spolszki) es el dueño de la radio tradicional con Vorterix y Pergolini tiene el 50 por ciento de Vorterix.com. “Hoy, nos visitan casi 2 millones de personas mensualmente. Tenemos una aplicación que ya fue bajada por 20.000 personas, de las cuales el 45 por ciento la usa activamente. Tenemos un lugar físico con una pantalla, en un punto estratégico de Buenos Aires y es, en ese todo, en el que podemos marcar la diferencia con publicidades en vía pública”, destaca. En los datos está la clave del futuro: cuánta gente lo vio o escuchó, desde dónde lo hicieron (físicamente u on demand), qué calidades utilizaron, cuánto tiempo se quedaron, qué composición etárea y social tenían, por ejemplo.

¿Cuándo fue tu conexión con la tecnología? Cuando la radio donde estaba antes, todavía, era de CIE, les dije: “Miren, no podremos ser más número uno. El porcentaje de torta que tenemos ya es muy grande”. Ahí, todo volvió a empezar. Les adelanté: “Tenemos que hacer algo y creo que irá por el lado de Internet, donde podamos desdoblar el negocio y generar contenido superador”. Me dijeron que no les interesaba, que me quedara con el negocio de Internet. Entonces, dije: “Bueno, necesito un lugar para generarlo”. No podíamos usar la radio como estaba e hicimos un estudio impresionante. Realmente, funcionó. Cuando se terminaba mi contrato, me dicen: “Bueno, seguís haciendo el programa”. Les contesto: “No, tengo otro proyecto. La radio, dentro de cinco años, estará al lado del VHS y el fax”. Y no tengas dudas de que, tal vez ahora, en cuatro años, será así.

¿Por eso fuiste migrando?
No tiene sentido seguir invirtiendo US$ 200.000 en una antena, otros US$ 200.000 en un amplificador, en el mantenimiento, en planta permanente, en operadores, cuando, realmente, se están reduciendo las cosas. El otro día, estábamos hablando con el sindicato de la televisión y me decían: “Bueno, esto es televisión”. Hay un error. No estoy haciendo televisión, no tengo camarógrafos, sino directores. No estoy matando al intermediario. Pero las reglas del juego están cambiando. Tenemos que ponernos muy de acuerdo. No sé si podemos definir exactamente qué es esto.

¿La Ley de Medios tampoco consideró los cambios? 
Exacto. Internet se les escapó un poco. Yo la cumplo y paso la cadena nacional, cuando habla la Señora Presidenta –o lo que sea– y, por Internet, seguimos con la programación. Nada dice que no pueda hacer eso.

¿Cuánto tiempo te lleva estudiar lo que viene?
Creo que me asocié con gente, como lo hice en Cuatro Cabezas, con Diego Guebel, que me decía: “Mario, volá, hacé el programa que se te antoje, yo veo cómo”. Con las aplicaciones, digo: “Necesito una app que sea así. Sé que se puede y avanzamos”. Me gusta la tecnología, no paro de leer sobre IT. Tuve que empezar a aprender un poco cómo se hacían las cosas. Igual, intento estar en lo macro y dejo que de lo micro se encargue el equipo. Confío mucho en las segundas y terceras líneas. Pero, también, las controlo mucho.

¿Cómo es eso de control?
Y, sí. Tengo armado mi organigrama semanal. Donde estás, qué estás haciendo. Lo que habíamos pedido versus los resultados. La información es clave en las empresas. Tenés que hacer que tus líneas gerenciales estén informadas; también, las comerciales. Y que sea muy fluida la comunicación entre ellos.

¿Tenés algún referente en el mundo de los negocios?
Leo mucho. Es muy interesante ver las experiencias de gente que tuvo éxito, que no sólo compró, tuvo ganancias y vendió. Sino que fue inteligente en el manejo de grupos, de tecnología, cómo aprovechó la información, sus recursos humanos, cómo los estimula. Me río cuando dicen: “Google es una empresa linda; hay puffs”. Bueno... Lo están reduciendo a quedar medio pelot... Sobre todo, para una empresa que, en cinco años, cambió el sistema de la publicidad mundial.

¿Cuánto pesan las máquinas, según tu punto de vista?
Te dan mucha información. Pero, si no tenés a alguien que te la haga ver correctamente, podés cometer torpezas increíbles. Podés decir: “Entró un millón de personas, qué bueno, la gente nos ama”. Después, analizás para qué y te da que el anzuelo fueron chicas en tetas. Si las saco, ¿qué pasa? Tenemos de vuelta 5000. No es nuestro contenido.

¿Cómo te proyectás a mediano plazo? 
El proyecto está pensado, inicialmente, a cuatro años, con un crecimiento en Internet más grande que el de radio. Incluye replicar regionalmente Vorterix. Ya lo estamos haciendo. Estamos intentando en Chile, en una etapa muy avanzada, y, también, en Perú. Cuando entrás a Vorterix, a través del sistema Chile, ves contenido específico, compartimos algunos. Con el teatro, contratamos a Slash. Pero lo podemos contratar para Perú y Chile y nos saldría más barato. Daría margen para transmitir en un solo lugar, en todos o en algunos.

¿Piensan en expandir la marca?
Intentamos entrar; no voy a dar mucho detalle porque estoy en una etapa currable del proyecto. Pero trabajamos para que Vorterix sea un genérico del entretenimiento digital.

¿Cómo surgió la marca Vorterix?
La pensé radialmente. Nunca entendía por qué, en el visor de la radio, los nombres se cortaban y me di cuenta de que tenía ocho dígitos. Y, si ponés una palabra de ocho dígitos, queda más tiempo. Quedan cinco segundos más que el resto. Y, ahí, pensé, necesito una palabra de ocho.

¿Cómo ves al país para hacer negocios?
Cuando inauguramos Vorterix, me agarraron el cepo cambiario y el control aduanero, justo, a mitad del río. Las pantallas, las cámaras, los servidores, un montón de cosas, estaban en camino. Con mucho esfuerzo, con puteadas públicas, intentando charlarlo por todos lados, agarré el último vestigio para realizar esto. Indudablemente, el empresario actual tendrá un grave problema en el mundo tecnológico. Esperé tres meses para que me den seis computadoras porque no había rígidos. Las cámaras también tuvieron problemas hasta que pude convencer, más o menos, a alguien que entienda que se necesitaba importar. Es muy difícil. No somos un país que genera tecnología. Creo que el proyecto Vorterix fue el último que necesitó importar insumos tecnológicos y pudo hacerlo. A esta altura, ya no hay forma de conseguir servidores en la Argentina. ¿Qué estamos haciendo? Hosteando un poco en Amazon. Ya habíamos pagado un año por adelantado y, ahora, estamos viendo cómo lo solucionaremos. Creo que, con todo lo que se armó, nadie importa, nadie cambia dólares. Es hasta ridículo. Cuando lo decís, ya sentís que es ridículo. Mientras lo vas diciendo, pensás: “Uy, ¿qué estoy diciendo?”. ¿Qué significa ser empresario hoy en la Argentina? Un empresario es la persona que genera una empresa y la puede llevar adelante y, me gustaría agregarle, con éxito. Si no, empresario es cualquier cuentapropista que intentó hacerlo y la pifió siete veces.

¿Creés que el modelo se seguirá radicalizando?
Desde una mirada política, es indudable que tienen un proyecto y lo van a llevar adelante, guste o no. De hecho, creo que están librando batallas, a esta altura, hasta impopulares y las están librando. Entonces, nada me indica que esta gente no llevará a rajatabla lo que tiene pensado.

Dentro de ese “rajatabla”, ¿como te ubicás? 
Yo tenía un grupo que, indudablemente, a mí por lo menos, me dio independencia. Pero, digamos, cuando todo el mundo habla del Grupo 23, más o menos, le interfieren algunas cosas. Realmente, tengo autonomía intelectual y económica. Lo que genero es lo que puedo gastar.

¿Empresario tiene una connotación negativa y emprendedor, positiva?
Un empresario es quien genera una empresa y la lleva con éxito. No cualquier cuentapropista. No está tan mal ese desdoblamiento. Lo que pasa es que seguimos pensando bajo las viejas estructuras de organizaciones corporativas medianas o grandes. Entonces, empresario es el dueño de Arcor, Rocca, Goyo. Hay una nueva generación, más vinculada a la tecnología o emprendimientos.

¿Qué dificultades encontraste para ser emprendedor? 
Para llevar adelante mi primera gran idea, tuve que armar una estructura, tuve que llegar hasta el dueño de un canal, que me atendiese, tomar un riesgo, tener empleados. Los tres chicos que hicieron YouTube empezaron así: hicieron la página y, en un momento, comenzaron a aprender que necesitaban servidores y, un día, se encontraron con 1800 millones vendiendo una empresa que, realmente, había ido para adelante. ¿Se habían propuesto ser empresarios? Supongo que no. Estaría mal decirles que no lo son. Lo que pasa es que es cierto que preferimos decirle a la gente que parece más canchera, más joven, que somos emprendedores. Cuando hicimos Cuatro Cabezas, fuimos de los primeros que Endeavor apoyó. Y, también, nos decían: “Son nuevos emprendedores”. Y, nosotros, pensábamos: “¿De qué nos están hablando?”. 

Via: Apertura.com

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